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lunes, 14 de marzo de 2016

Frío y Calor

What are You waiting?

La luz era débil y excitante. Destellos de claridad atisbaban una figura que a lo lejos se reconocía la de una mujer. El ambiente reinaba tranquilo y a la vez pausado, como si el leve suspiro de ella fuera capaz de desarmar el orden y desatar el caos. La aceituna clavada en un palillo de su martini reposaba moribunda cual asesinato cometido sin planificación previa. Igual que sus ojos. Negros. Tan profundos y vacíos.

Él no hacía más que observarla desde la barra. Lo cierto fue que le era conocida su cara; tantas mujeres, tantas vidas recorridas y ahora no era capaz de recordar el momento y el lugar en el que la conoció a ella.
Pero de algo estaba seguro, la conocía.

En un arrebato de seguridad e intriga se acercó hacia ese sillón que abrazaba a la mujer del martini seco. Ella acababa de pedir su quinta copa, cuando un hombre vestido de 50 sombras de Gray tuvo el poco sentido común de sentarse a su lado.



Are You Ready?

-¿Te conozco? -dijo el Christian Gray vestido con una impoluta corbata roja.
-¿Crees que yo te conozco a ti? -respondió ella secamente.
-No lo sé -dijo él.
-Pues lárgate de aquí -replicó ella mientras hacía el amago de beber de su copa, pero ya estaba vacía. ¡Joder!, el puto camarero tardaba demasiado...

Por un segundo, la visión de la situación acogía la sensación de que un hielo gélido y duro cerraba el círculo que estaban creando, que sobretodo ella, quería crear.
El camarero no tardó mucho más en aparecer: dicen que cuando deseas que algo pase con mucha fuerza, finalmente sucede más pronto que tarde. Y así había sido siempre para el tío del whiskey.

Se quedó contemplando el perfil de su cara, la silueta perfecta que marcaba los rasgos de una mujer deseada, de sentirse atraído por ella y de querer sumergirse en los más profundo de sus pensamientos. Conocer su saber, su fuerza, su inteligencia. De simplemente permitirse poder conocerla. Su pelo marrón y ondulado marcaba la complejidad de su mente. La dificultad de su vida se adivinaba en sus labios. Y el cariño sonreía levemente en sus mejillas. Quería correr el telón de su coraza, hacerse sentir deseado por ella.

Entonces el camarero dejó el martini en la mesa con una servilleta roja. Y le pareció que la aceituna le sonreía.