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lunes, 1 de noviembre de 2010

enlazada (I parte)

 quisiera comenzar a narrar este relato diciendo “érase una vez...” pero no puedo hacerlo por el simple hecho de que todavía perdura la historia y se conserva en algunas de las pocas memorias de algunos de nosotros.

la leyenda comienza muy antaño. cuando los revolucionarios cambiaban la forma de ver el mundo y mucha parte de la gente comenzaba a ver todo lo que les envolvía, sin darse cuenta que una minoría de esta población lo hacía de una forma muy distinta. de una forma que es la brujería.
estas personas estaban apartadas del mundo exterior. vivían en pequeños sitios situados ajenos al resto de los problemas. donde creían en sus propias ideas: inventaban doctrinas y dogmas, creían en los hechos pero a la vez también en los espíritus...
las ideas y poderes nunca morían. siempre habían padres o abuelos que les enseñaban a las siguientes generaciones cuales eran sus ideales.
aunque tampoco era mucha la gente que compartía esto, la verdad es que era un grupo bastante reducido. aún así, siempre existían frases que les unían, como la que a mi me han enseñado: “cree en los que veas o imagina lo que crees”. es una forma de mostrar que creemos en los poderes, pero a la vez no nos marchamos de la realidad.
los únicos capaces de contar personalmente sus recuerdos eran unas personas muy sabias, las cuales aprendieron con el paso de los años y han dejado historias como la que yo vengo a contar.

amanecía una lluviosa mañana de marzo. a lorena le encantaba despertarse con esas sedosas sábanas que la cubrían cuidadosamente de la intemperie de la noche, y ayudaban a resguardar a ella y a sus sueños.
mientras se restregaba la cara y se quitaba las legañas de los ojos, comenzó a pensar en lo que había soñado esa noche. pero no lo recordaba.

lorena vivía justo en la costa de la playa, en una isla muy apartada del resto del mundo. vivía con su madre en una hermosa cabaña, barnizada de un color blanco brillante que por la mañana daba la impresión de ser la mejor casa del mundo, pero en cambio por la noche era capaz de adoptar un aspecto tan tétrico que ni un mismo forastero entraría a pedir ayuda.

a lorena le gustaba sentarse en la orilla del mar y disfrutar del agua fría. le gustaba jugar con los dedos de los pies a que no tocaba el agua, y cuando finalmente lo hacía disfrutaba de cómo esa agua salada se filtraba por sus poros y le relajaba de una forma sorprendente, de tal forma que le obliga a balancear sus piernas y disfrutar de aquella maravillosa tarde.
muchas tardes se pasaba minutos y minutos contemplando la puesta de sol, viendo como esos finos rayos se escondían tras un mar infinito, y le gustaba saber que esa misma esfera se marchaba para deleitar a muchas otras personas que se encontraban en otras lugares del mundo, para que, finalmente, se acercara de nuevo para enseñarle un precioso amanecer al día siguiente.

sus ojos verdes daban a adivinar su notable inteligencia. tenía ocho años, pero tenía la mentalidad de una niña de once. era una niña muy, pero que muy lista, y lo demostraba diariamente, sobre todo con la magia.
su precioso pelo era de color caoba, bañado de unos pequeños filamentos del color del oro. lucía una melena a la altura de los hombros y un flequillo que le tapaba las cejas.
su piel era de un blanco espectral, marcada por algunas pequeñas pecas que ocupaban su redonda cara y su tibio cuerpo. siempre tenía la piel blanca, ni ella ni su madre se explicaban por qué sucedía este fenómeno ya que vivían en la costa, y este hecho hace que las personas adquieran un tono dorado en la piel, el cual, a lorena no le sucedía, pero tampoco importa mucho, ya que lorena tenía una vida mucho mas interesante, con millones de sucesos mucho más sorprendentes que las historias que cuenta un juglar a lo largo de toda su vida. Solo que ella todavía no se había enterado.

esa misma mañana lorena se levantó y decidió ir a dar una vuelta por el bosque. pensaba que así se despejaría un poco la mente y le ayudaría a poder prepararse para la lección que su madre le tenía preparada para hoy: iba a aprender la invisibilidad. hoy era la primera clase y le enseñarían algo que ella tenía muchas ganas de aprender.
cuando llegó al bosque todo estaba terriblemente tranquilo, los árboles no se mecían, y la brisa parecía dormir en el ambiente, sin ganas de despertar. se adentró dentro de aquella inmensa explanada y serena recorrió aquél lugar.
para no sentirse sola, lorena solía cantar una canción. una canción que su madre le susurraba cuando ella era pequeña, y lo hacía para que ella se durmiese, sobre todo en las noches de lluvia.
lorena tenía mucho miedo a las tormentas, se asustaba terriblemente y lo pasaba siempre realmente mal. a pesar de ser bruja, sentía miedo. era algo que tenía que aprender a superar, y que confiaba que con el paso de los años y a la vez de su madurez esto hicieran cambiar su miedo.
mientras cantaba ésta canción, lorena se mantuvo absorta al resto de cosas que la envolvían.
sin darse cuenta que un pequeño gnomo había sobresalido de dentro de la tierra, y muy rápidamente fue a ocultarse de la pequeña niña.
para cuando el gnomo encontró un árbol donde ocultarse, lorena ya sabía que no se encontraba sola, sabía que en aquel lugar alguien la observaba y vigilaba sus pasos. puso en seguida en marcha su poder para detectar en que posición se situaba quien la estaba contemplando, y en menos de cinco minutos se dirigía de forma lenta y cuidadosa a donde este pequeño ser estaba oculto.
el gnomo hacía un rato que la había perdido de vista y no sabía por donde se encontraba. y por supuesto, sin darse cuenta de que lorena estaba mucho más cerca de lo que él pensaba.
cuando ella se deshizo de un matojo que había encontrado por el camino, lorena se encontraba justo detrás de este. y sin miedo alguno, le tocó cuidadosamente la espalda dos veces, informándole de que le había sorprendido.
muy rápidamente éste pegó un bote que lo elevó casi a la misma altura que la niña. se giró precipitadamente y con unos grandes ojos marrones le miró asustado. ella tenía una sonrisa picarona y seguramente esto le inquietó todavía más a él. pensó en huir corriendo, pero no sería buena idea, tenía las piernas demasiado cortas y pronto le alcanzaría. así que lo único que se le ocurrió era implorar por su vida. cerró los ojos y se arrodilló delante de lorena:
-no me comas. por favor. aunque no lo parezca todavía soy joven y no quiero morir. – suplicó.
lorena al instante se echó a reír a carcajadas.
el gnomo se la quedó mirando y pensando que además de que esa humana se lo iba a comer, aprovechaba los pocos segundos que le quedaban de vida para mofarse de él.
cuando finalmente lorena se cansó de reír, le miró con una de sus sonrisas sinceras y tranquilizadoras:
-no pienso comerte, no me alimento de gnomos, lo siento. yo tan solo estoy dando una vuelta por el bosque y disfrutando de esta hermosa mañana.
el gnomo no supo si creerla o no. pero sus palabras eran demasiado sinceras y no le cupo duda de que era cierto.
solo entonces sintió un gran alivio adentro, y lentamente intentó reponerse poco a poco del susto que se había llevado.
la miró entonces más tranquilo y le dijo:
-me has asustado. estoy tan acostumbrado a que cada vez que salgo de casa mirar por donde piso, que he pensado “la segunda vez que salgo de casa, y ya me había encontrado con un humano”-
el gnomo al decir esto, en seguida le vino la incertidumbre a la mente y volvió a sentir esa desagradable sensación que minutos antes había presenciado y se volvió a poner nervioso.
lorena en seguida se dio cuenta y mostró su preocupación porque algo no circulaba bien:
-¿qué sucede?- preguntó ella.
el gnomo, aclarando a la vez sus ideas y reflexionando en voz alta, dijo:
-si no eres un humano... entonces, ¡¿qué eres?!- dijo muy nervioso.
lorena abrió mucho los ojos intentando solucionar el conflicto que en esta ocasión le planteaba y contestó:
-no, no, no. es que yo no soy humana: yo soy una bruja. pero tranquilo, yo no hago el mal como los humanos. tan solo aprendo hechizos y conjuros procurando siempre ayudar, aunque esto no siempre sea de gran solución.
el gnomo entonces volvió a tranquilizarse:
-buuf... menos mal. ¡menudo susto me he vuelto a llevar! – dijo.
lorena entonces le sonrió, y se dio cuenta:
-¡oye! no me has dicho tu nombre, ¿cómo te llamas? –
-¡es cierto! mi nombre es lennon. si, lo sé, es un poco raro. y el tuyo ¿cuál es?
-mi nombre es lorena.
esta vez fue el gnomo quien sonrió y por primera vez en toda esa conversación, se sintió a gusto y tranquilo de que esa bruja no le fuera a comer.
para ella, ese ser le llamaba terriblemente la atención, y siguió durante minutos y minutos preguntándole cosas e intercambiando opiniones. hablando como si fueran realmente amigos y los dos se conociesen desde hace mucho, contando casualidades y anécdotas que a alguno le ha pasado, y narrando conflictos y curiosidades. así pasaron las horas. sin lorena darse cuenta, de que ese día llegaría tarde a su clase de invisibilidad.
Myriam S.


¿te das cuenta, nani, de que cuando queremos, hacemos las cosas bien?

1 comentario:

  1. aaanda, ese tipo de historias me llaman mucho la atención... me gusta! fantasía al poder! xd

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